Tanto el exceso de sodio como la escasez pueden tener importantes consecuencias para nuestro organismo:
- Exceso de Na: aumenta la presión sanguínea, por lo que genera hipertensión, problemas de corazón o del riñón.
- Escasez de Na: disminuye la presión sanguínea y se manifiestan mareos y deshidratación.
Para entender mejor el funcionamiento del sodio en nuestro organismo, hay que estudiar la ósmosis. La ósmosis es un sistema que regula la concentración de sales tanto dentro como fuera de la célula. Esto ocurre gracias a una membrana semipermeable que tan solo permite desplazarse al agua a través de ellas y no a los solutos. Si la célula tiene una concetración mayor al medio externo, el agua entrará a la célula a través de la membrana para que la concentración sea isotónica, y si en la célula hubiera una concentración menor, pasaría al contrario.
Ésto se debe a que el agua es una molécula polar, y al introducirse una sal en el organismo se siente atraída por su carga y el agua pasa en la dirección que se encuentra la sal, separándola en iones.
Si en nuestro organismo sucede un pequeño exceso sodio, los osmoreceptores del hipotálamo son los encargados de detectar la concentración de agua, y al ser baja respecto a la sal, producirá una sensación de sed para equilibrar la concentración.
El riñón filtra el volumen plasmático cada 5 minutos, por lo que el sodio y el agua se filtran. Sin embargo, la mayoría vuelve a ser reabsorvida (el sodio de manera activa, y el agua como atracción del sodio). El agua y Na que no se absorven es excretado en la orina.
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